Llevaba como media hoja escrita cuando, por error, cerré el archivo y no
guardé el documento escrito… eso me alteró. Ya tenía avances, ya había logrado
organizar mis ideas, ya tenía el tema central escrito y ahora no tenía nada, no
quería escribir más acerca de eso, ni de nada en ese momento. Cerré la
computadora y me regresé a dormir. Seis de la mañana era un esfuerzo grande
como para que ahora no sólo no tuviera avances, sino que además estuviera
molesta conmigo misma. Hoy ya pasaron tres días luego de esa experiencia y
reflexiono acerca de lo frágil que es la tranquilidad. Cuando vemos que avanza
una situación en la que hemos invertido nuestro tiempo, energías, concentración,
esfuerzo y de repente algo la derrumba, esa expectativa de logro se esfuma y
nos sentimos mal, terriblemente mal. Es una frustración con la que no queremos
lidiar y entonces la negamos, la rechazamos y evitamos volver al tema.
¿Qué es lo que pasa con nuestro cerebro y la tranquilidad? ¿Cómo lograr
que esa sensación y sentimiento sea duradero o permanente? ¿Es posible? Al
parecer esa es parte de nuestra labor de aprendizaje en esta vida, la búsqueda
de la tranquilidad, la atención, y su cuidado. Pero ojo, que estoy refiriéndome
a la tranquilidad, no a la felicidad que es otro cuento más que nos
han vendido como algo que debemos buscar y como algo que ya tiene nombre y
apellido y que “debe” ser de una forma en especial… Yo me refiero a la tranquilidad
como la quietud de la mente.
Mientras descubría cuál era mi verdadero enojo ante la pérdida de mis
avances, me di cuenta que la tranquilidad está asociada a la claridad mental, a
comprender el valor y la jerarquía de las cosas que me rodean, a saber que no
hay nada más importante que mi quietud y que el orden de mi cabeza reflejará
también un orden en mi vida, o al menos su búsqueda. No es necesario
reprendernos cuando la mente nos juega esos retos, la mente siempre tiene algo
que decirnos sobre el entorno, solo hay que detenernos y atender sus intenciones,
nuestras intenciones.
Contemplar es una de las tareas más hermosas de nuestra mente, quedarse
quieto para ver el vuelo de un ave, el caminar de una hormiga o el ocaso del
sol, pero para eso necesitamos toda nuestra atención y también nuestra
intención. La claridad mental se desprende de saber el porqué de las cosas que hacemos, nuestras razones, luego entonces viene
la atención, o sea, saber qué debemos
hacer y cómo.
Contemplar + intención + atención = tranquilidad, como un estado de
nuestra mente que puede tomar distintas formas, pero todas, sin duda derivan de
nuestra conciencia individual, pero ese es otro tema.
Gracias ros casi casi lees mi mente creo que una parte de la tranquilidad es facilitada por la seguridad que al fin es solo una idea pues nada es seguro, disfruti el fruto de tu pebsamiento
ResponderEliminarMi querido Memo, también estoy en esa búsqueda...
EliminarYo definiria mi tranquilidad como el estado en el que no me obsesiono por cualquier resultado y disfruto más el esfuerzo o el camino y cuando me siento en la cuerda floja exigiendome sin piedad, con mi mantra individual: "un dia a la vez".
ResponderEliminarQue bonita manera de vivir tu tranquilidad.
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